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Eran las mejores amigas. Las mejores. Se conocían desde chiquitas. Su amistad fue amor a primera vista. Juntas empezaron a descubrir lo que era la “adolescencia”. A ella le contabas todos tus secretos, con ella te hacías pipí de la risa, le decías tía a su mamá y te la vivías en su casa al igual que ella en la tuya. Se prestaban la ropa, se arreglaban juntas, lloraban y reían juntas. Todo era juntas. Se juraron amor eterno, de amigas. Amistad que nunca terminaría. Cada cumpleaños, se festejaban en grande y se hacían cartas enormes mutuamente con la leyenda de “por fa, nunca cambies y espero festejemos más cumpleaños juntas. Te amo. BFF”.

Muchas personas consideran que una amistad no es del todo importante. Muchos se toman todo a la ligera, pero hay otras personas que tal vez nunca vivieron el rompimiento de una relación y con ‘relación’, me refiero un noviazgo a largo plazo. Algunas personas no terminaron con un novio de años, pero con una mejor amiga de años sí. Y duele. Vaya que duele.

Pasa que te imaginas muchísimas cosas: te imaginas viajes, te imaginas una en la boda de la otra, siendo dama de honor, ayudándola con los preparativos. Así como te imaginas un futuro con un novio, también pasa con una amiga. Los lazos que hacemos con las personas, al ser rotos, nos duele y es dolor que te marca para siempre. Quisiera poder decir que no conozco a una sola niña que no dejó de ser amiga de su partner in crime de toda la vida. Lamentablemente, si hay personas crueles, ésas son las mujeres.

—Güey, creo que Karla está enojada conmigo.

—¿Por qué lo dices?

—Pues le pregunté que cómo se me veía mi outfit y sólo contestó: “Pues equis”.

A veces, la amistad termina de una manera fea. A veces, tu amiga resultó ser sumamente ponzoñosa y se besa con el que te gusta. O peor aún: con tu novio. O peor aún: se acuesta con él. Y, ¡pum! Amistad acabada por siempre. A veces se gritan, se mientan la madre y puede que hasta se la partan. Pero esas situaciones son las que menos pasan.

La mayoría de las mujeres, de las niñas, son passive-aggressive. Ella no te va a pegar, ni te va a insultar con groserías. Lo va a hacer sutilmente. Te va a dar donde más te duela, pero sin que le puedas reclamar. Ellas son chingaquedito. ¿En qué momento se transforma tu mejor amiga que siempre te decía que te veías hermosa y que te merecías al mejor hombre, en tu peor enemiga? Eso no lo sé aún. No tengo la respuesta. Pero de que duele un chingo, duele un chingo.

Tengo una amiga, que es una de mis mejores amigas al día de hoy: a la cual amo y aprecio muchísimo, que es una de las que han sufrido por amigas (porque no todas las mujeres sufren, a unas les vale madre. O sea, son frías). Cortó con su novio, y todas las que se decían ser sus amigas le daban like a las fotos que el güey subía con su nueva vieja. Le comentaban. Hasta salían con él. Lentamente, le dejaron de hablar. Un día de la nada, tu amiga ya cortó contigo sólo que tú no lo sabías, no lo esperabas. Ahí está donde te mata. Como si nada, te sueltan, cortan lazo como si todos esos años no hubieran ocurrido.

A veces pasa que se dejan de hablar un mes, pero nunca se pelearon. O si se pelearon, lo hablaron y tú creías que todo se encontraba bien. Todo estaba perfecto.

Sí, a veces se portaba mamona contigo. Pero, bueno, “así es ella”.

Sí, a veces te hacía caras o parecía que le molestaba verte feliz. Pero “tenía muchos problemas y por eso era así.

Pasa ese mes y tú le hablas, queriendo buscarla. Y te deja en visto.

Les puedo asegurar que ese seen a muchas les duele más que el de cualquier hombre. No le encuentras explicación, no logras entender qué hiciste mal. ¿Acaso fue eso que le dijiste aquella vez o qué es lo que pasó?

Cuando una mejor amiga te desprende de su vida así: de tajo, duele. Duele y un chingo. Lo que duele es que ni siquiera te dieron la oportunidad de hablar, de averiguar entre las dos qué fue lo que la motivó a tomar esa decisión, y quedan tantas palabras sin decir, que te ahogan. A una amiga también la extrañas, a una amiga también le lloras, y así como existen chavos que nunca podrás superar, que siempre resonarán en tu mente, y te darán ganas de llorar cuando te acuerdes de ellos, así es con una amiga también.

Lo bueno de todo esto, es que así como en los noviazgos, luego conocerás a una nueva amiga. Ésa, que siempre está feliz de verte feliz. Ésa, que te hace de desayunar porque tú no sabes cocinar. Ésa, que te escucha mientras le cuentas del mismo güey una y otra vez y te sientes un poquito sanada, un poquito menos herida y, poco a poco, el tiempo te cura y te vas llenando de nuevas amigas que te dan todo ese amor que ésa no supo dar.

Y a todas esas amigas, las que me hirieron, las invitaría a mi boda. A pesar de todo. No existe rencor en mi corazón.

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